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1 ago 2019

La importancia del entorno


Todos nos sentimos mejor en un sitio limpio, cuidado, organizado, bien decorado, armonioso, agradable, bonito... Un entorno conveniente favorece la atención, la calma e inclusive predispone al trabajo. Por fortuna, la mayor parte de las personas viven en lugares de este modo. Los adolescentes españoles, generalmente viven en casas con unas mínimas comodidades; en sus dormitorios el moblaje prácticamente siempre y en toda circunstancia es a su gusto. Están rodeados de objetos esenciales para ellos, como de los últimos recursos electrónicos. Y hasta la funda del edredón acostumbra a combinar con las cortinas. Generalmente. Allá pasan horas y son felices. Por norma general. Y están, además de esto, calentitos. Por norma general.


Salen de esos lugares estupendos y asisten cada mañana a sus institutos, ¿y qué les espera en ellos? Salas con frecuencia frías, suelos frecuentemente sucios, pupitres viejos, estropeados, pequeños y bajos (¿a absolutamente nadie se le ha ocurrido que si la estatura media de los jóvenes españoles ha aumentado en las últimas décadas, asimismo debería hacerlo de modo proporcional el mobiliario de estudio?)


Las paredes acostumbran a tener desperfectos, las ventanas con frecuencia no cierran bien. No existen elementos ornamentales ni accesorios bonitos. Las salas acostumbran a parecer celdas, de puro parco. En general. Me refiero a los centros públicos, claro.


En el momento en que un adulto se incorpora a un puesto, lo hace suyo, lo tunea. Una planta, una fotografía del pequeño, un pisapapeles bonito, un objeto de recuerdo, etcétera. Si nos dejan, hasta ponemos cuadros o cambiamos la situación de la mesa, buscando el sol.


Los adolescentes salen de sus palacios para pasar día a día seis horas en lugares inhóspitos. No están a gusto, y se les nota. Se revuelven de manera continua en sus sillas, plenamente inapropiadas para aguantar seis horas en ellas. En esas condiciones, se da el contexto adecuado a fin de que ciertos alumnos no se centren como deben y otros manifiesten conductas disruptivas. Yo lo tengo claro, si cuidáramos la estética de los centros, algo cambiaría a mejor. Seguro.